[…] El
amor es una conclusión absoluta porque presupone la muerte, la renuncia a sí
mismo. La “verdadera esencia del amor” consiste en “renunciar a la conciencia de
sí mismo, en olvidarse de sí en otra mismidad”. La conciencia del esclavo
hegeliano es limitada; él no es capaz de la conclusión absoluta, porque no
tiene capacidad de renunciar a la conciencia de sí mismo, o sea, no es capaz de
morir. El amor como conclusión
absoluta pasa a través de la muerte. Ciertamente se muere en lo otro, pero a
esta muerte le sigue un retorno hacia sí. Y el retorno reconciliado desde el
otro hacia sí es todo menos una apropiación violenta de otro, que falsamente ha
sido elevada a figura principal del pensamiento hegeliano. Es más bien el don del otro, al que preceda la
entrega, el abandono de mí mismo. El sujeto depresivo-narcisista no es capaz de
ninguna conclusión. Y sin conclusión todo se derrama y se esfuma. Así, este
sujeto no tiene ninguna imagen estable de sí mismo, que es también una forma de
conclusión. No es casual que los síntomas de la depresión incluyan la
indecisión, la incapacidad de resolución. La depresión es característica de un
tiempo en el que, por exceso de abrir e
deslimitar, se ha perdido la capacidad de cerrar, de concluir.
Desaprendemos a morir, porque no somos capaces de concluir la vida. También el sujeto del rendimiento es incapaz de
cierre, de conclusión. Se rompe bajo la coacción de tener que producir cada vez
más. […]
La
agonía del Eros, Byung-Chul Han.
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